No me siento cómoda en la venganza. Da una satisfacción agridulce y efímera.
Por eso intento, antes de sucumbir al impulso de vengarme, decirme a mí misma Eso no está bien. ¿Qué sacarás de ello? La venganza es una bajeza. ¿Realmente deseo herir al otro porque él me ha herido a mí? Esto trasciende incluso al pensamiento de Ahora sabrás por lo que he pasado yo. Tampoco es noble, tal pensamiento. Es desear el mal. Y mi alma debe ser más bella que eso.
Después de todas las generaciones de mi familia que me han precedido, a lo largo de los siglos….
(En ocasiones, los siento ahí detrás de mí, el legado familiar, la presencia del esfuerzo de todas esas almas que lucharon en su día para prosperar y mejorar como seres humanos.)
Realmente, ¿debo yo –quiero yo?- ahora truncar todo ese esfuerzo? No. Yo busco la belleza del alma. Esa belleza que solo se obtiene de la bondad y del respeto.
Es tan buena, que es tonta. No, queridos. Cuando la bondad se confunde por necedad, es cuando se entiende la cita Lo esencial es invisible a los ojos.