Horas y horas, son las que se pasan las víctimas de violencia filioparental dándole vueltas al porqué del comportamiento de sus hijos. No sorprende que acaben por sentirse culpables, sentir que son responsables del drama que viven en casa. Y es que la violencia que tiene lugar a diario en sus hogares generalmente no responde a ninguna explicación lo suficientemente lógica como para justificar las acciones de sus hijos. Tal es la incomprensión de lo que viven que, por descarte, acaban por culpabilizarse a sí mismos. No pueden entender que algo tan trágico les esté ocurriendo sin ningún motivo.
Es la llamada «culpa irracional«. Es resistente a los argumentos racionales porque se aloja en el cerebro emocional (sistema límbico), no en el cerebro racional (neocórtex). El cerebro emocional no responde a los razonamientos, sino a lo que vive y siente. El sistema límbico está en constante interacción con el neocórtex, trabajando juntos y, pues, posibilitando que tengamos control sobre nuestras emociones. De ahí, el conflicto que se experimenta cuando la razón no consigue dar explicación a los acontecimientos.
El padre o madre que se culpa no es tonto, no es débil. Simplemente busca desesperadamente una explicación a los hechos.