Hoy en día, mucho se habla del estrés. Quién más quién menos, está estresado. Por tener demasiada carga de trabajo, por tener problemas económicos, por tener demasiadas responsabilidades, por sentirse atrapado en una situación indeseable, por ser parte de una familia disfuncional. Solo por nombrar algunas causas.
De los diferentes tipos de estrés existentes, uno nos atañe especialmente. Hemos oído hablar del estrés post-traumático, término que nos viene a la cabeza cuando pensamos en los soldados de guerra. O en aquellas otras personas que han experimentado un evento aterrador, sean accidentes, abusos sexuales, violencia extrema.
Las personas que sufren de estrés postraumático, pueden tener alguno o todos estos síntomas:
- Recuerdos involuntarios y repetidos en el tiempo, del hecho traumático.
- Fuerte angustia emocional.
- Sueños recurrentes donde se reproduce el acontecimiento traumático.
- Pensamiento distorsionado sobre las causas o consecuencias del trauma (pensar que ellos son los culpables o podrían haber evitado el evento)
- Disminución de emociones positivas y aumento de las negativas.
- Excitación o reactividad alterada (dificultad para relajarse, hiperexcitabilidad, dificultad para conciliar el sueño y/o sueño interrumpido, temblores)
El estrés post-traumático es la consecuencia psicológica que sufren también los padres/madres víctimas de la violencia de sus hijos. Viven con ansiedad y miedo. Y reviven los acontecimientos violentos en sus sueños, o cada vez que son atacados de nuevo, o las veces que en su mente -como un flashback- se aparece la imagen del día en que el hijo/a le lanzó una silla, le rompió las gafas de un manotazo, o le amenazó con un cuchillo de cocina. Son imágenes suficientemente duras para impactar sobre el cerebro y dejar una señal como marcada a fuego.
A diferencia de otros afectados por un trastorno de estrés post-traumático, los padres/madres difícilmente pueden optar por los mecanismos de evasión clásicos (evitar los lugares o las personas que les recuerde el hecho traumático; evitar pensar sobre ello). ¿Cómo puede un padre/madre evitar a su hijo/a, cuando viven bajo el mismo techo? Está expuesto a esa violencia y a ese estrés permanentemente. Se ve afectado, en todos los ámbitos –público y privado-, su equilibrio emocional, su paciencia, su concentración, y tantos otros aspectos físicos como psíquicos.