«La felicidad es una cuestión de actitud. La clave está en cómo nos tomamos las cosas, en la actitud que adoptamos frente a las vicisitudes de la vida.»
Pocas veces he oido una afirmación tan cierta y a la vez tan difícil de poner en práctica. Aún así, hay que seguir intentándolo, para no instalarnos en el derrotismo, que a ningún lugar nos conduce. Más bien al contrario.
Dicen que la vida puede medirse en porcentajes: Un 10% es lo que nos ocurre en ella, y un 90% es lo que hacemos con ello.¿En qué consiste ese 90%? ¿Qué productividad se le puede dar al sufrimiento de quien es agredido por un hijo? ¿Cómo vivir con menos angustia cuando el problema, de tal magnitud, sigue existiendo después de tanto esfuerzo e intentos por solucionarlo? Justamente esa es la clave para empezar a abordar la vida de distinta manera. Cuando dichos esfuerzos no han dado resultados, es hora de plantearse un enfoque diferente. Hora de aceptar que hay cosas que no podemos controlar, que quizá la solución no pasa por nosotros, al menos en este momento. Estamos acostumbrados a decirnos «Esto no debería haberme pasado a mí», y nos quedamos estancados ahí. Sentimos ingratitud por parte de nuestros hijos, por parte de la vida. Y pensamos que no hay nada peor que haber sido traicionados.
Sí hay algo peor: Traicionarnos a nosotros mismos. Decirnos que no hay otra cosa aparte de nuestros hijos por la que merezca la pena luchar. Y nos relegamos a un último plano.
«Si no cuidas tu casa, ¿dónde vas a vivir?», proclamaba un anuncio en televisión hace años, haciendo referencia a la importancia de cuidar nuestra alimentación y nuestro cuerpo para tener una buena calidad de vida.
Pues bien, tu casa es también tu mente, tus emociones, tu autoestima. No lo dejemos para lo último. Busquemos y ocupémonos de lo que nos hace vibrar en esta vida, mientras manejamos los problemas.
La aceptación y la actitud van de la mano. Aceptar no significa rendirse. Hay que cabalgar a lomos de la realidad, no en su contra. Sino, nos oponemos a la realidad, y ello solo conlleva sufrimiento.