El chico que maltrata, ¿maltratará a su pareja cuando crezca?
Observamos que los chicos y chicas a los que nos referimos siempre son agresivos con las personas que son más cercanas en su vida afectiva y por ende, más importantes. Esto nos lleva a pensar que cuando se conviertan en adultos también tendrán relaciones violentas con sus familiares más cercanos, o con todo aquel que mantengan una relación afectiva. Y esto será así porque en su infancia aprendieron a reaccionar con violencia para conseguir su objetivo, desde imponer su voluntad en la vida en el hogar, pasando por atemorizar a los padres, hasta conseguir dinero, o cualquier otro capricho que se les antojó. Si les funcionó de niños/jovenes, ¿por qué no seguir haciéndolo de adulto?
Leemos y vemos con frecuencia en los medios de comunicación noticias de casos de violencia familiar, ya sea violencia de género o abusos a los abuelos. Los casos de violencia filio-parental es un ejemplo más de violencia intra-familiar. Sorprende ¿verdad?, que allí dónde debiera haber más amor sea dónde hay más drama. Lamentablemente, dentro del hogar se dan las características idóneas para que esto suceda. Puesto que:
Con nuestros familiares tenemos una confianza tal que nos permitimos ser espontáneos. No necesitamos fingir puesto que nos conocen desde siempre, nuestros puntos débiles y puntos fuertes.
Por lo general, lo que ocurre en el hogar se queda en el hogar. En otras palabras, existe una privacidad de lo que se acontece en el seno de la familia que no se muestra fuera. Optamos porque el mundo externo desconozca lo que ocurre en el seno del hogar, especialmente en casos de violencia.
También ocurre que no podemos cambiar los miembros de la familia por otros que nos gusten más. La madre siempre será la misma madre. Lo mismo con el padre. Cuando hay conflictos en el ámbito de las amistades, siempre podemos romper con esos amigos que no soportamos. En el ámbito laboral, si no aguantamos al jefe, siempre podemos cambiar de trabajo, y si esto no es posible, nos controlamos de no explotar ante nuestro superior por el mero hecho de que si no lo hiciéramos comportaría un despido. Pero con la familia, no podemos ni romper, ni cambiar, ni nada que no sea simplemente aguantarnos. Y de ahí la frustración. Una frustración que conlleva la explosión.
De todo esto se infiere que el hijo agresivo tendrá tendencia a reproducir este modelo de relación violenta con su futura familia, puesto que éste será su nuevo universo afectivo más íntimo y privado. Igual que lo fue su hogar con su familia de origen.