Alguna vez llegué a preguntarme si mi hija era violenta debido a un trastorno mental. Los profesionales de la salud me habían dicho que ninguna de las pruebas médicas que se le realizaron mostraba que hubiese una patología. Y en eso me escudaba a la hora de intentar protegerla del juicio que las demás personas infligían sobre ella. Pero de nada servía intentar convencer a los demás. En el fondo, no podía engañarme a mí misma. Siempre me quedaba una remota duda, fruto de la incredulidad de que la niña fuese violenta porque sí. De ahí que pasase a documentarme concienzudamente sobre los distintos trastornos mentales que existen. He aquí un pequeño resumen de los rasgos principales de algunos de ellos. Debe decirse que muchos trastornos comparten síntomas entre sí. No es fácil determinar de qué trastorno se trata en concreto si no es con ayuda de un profesional psiquiátrico. Lo más probable sería que nos equivocáramos. Pero a mí me fue muy útil para descartar aquellos trastornos que claramente veía que no se daban en mi hija. De alguna manera, me aportó cierta tranquilidad.
Empezaremos por decir que los profesionales no se ponen de acuerdo respecto a la persona que maltrata. Por un lado hay quien dice que el agresor es un enfermo. Y hay quien afirma que no existe una patología tras las acciones violentas, y que por tanto, deben considerarse un delito.
Quizá sea mejor aquí hablar de rasgos de personalidad determinados, ya que poseer ciertos de estos rasgos convierte a los hijos en más propensos a ejercer acciones violentas.
Trastorno explosivo intermitente
El chico/a presenta episodios de agresividad incontrolada que derivan en violencia. Por lo general, empieza con una situación de tensión, que escala hasta una “explosión” en su momento álgido, que rebaja la tensión debido a la sensación de liberación que le aporta. Estos episodios se dan de manera discontinuada, no a todas horas, de ahí que se denomine “intermitente”. Acostumbran a presentarse en personas coléricas. Existen diferentes tratamientos que pueden ayudar a estas personas. Entre ellos, la terapia de control de impulsos.
Trastorno negativista desafiante
El chico/a presenta un patrón frecuente y persistente de ira, irritabilidad, discusión, desobediencia hacia los padres y hacia otras figuras de autoridad. Acostumbra a empezar en los años preescolares. Si se presenta más tarde, acostumbra a hacerlo antes de los primeros años de la adolescencia. El trastorno incluye síntomas emocionales y de comportamiento por un tiempo continuado de, como mínimo, seis meses.
Son chicos/as con un estado de ánimo altamente irritable, que se enojan con otras personas con frecuencia. A la vez, tienen una conducta desafiante, discuten con las personas de autoridad y desobedecen las reglas o se resisten sobremanera a cumplirlas. Con frecuencia culpan a otras personas por sus errores. Demuestran tener un comportamiento rencoroso. Existen diferentes grados de intensidad:
- Trastorno negativista desafiante LEVE: Los sínomas aparecen en un solo entorno (solo en el hogar, o en la escuela…)
- Trastorno negativista desafiante MODERADO: Los síntomas se dan en al menos dos entornos.
- Trastorno negativista desafiante GRAVE: Los síntomas se dan en tres entornos o más.
Trastorno por déficit de atención con hiperactividad
El TDAH –trastorno por déficit de atención con hiperactividad- acostumbra a diagnosticarse durante la infancia, que es cuando el niño/a manifiesta la imposibilidad de mantener la atención y controlar poder estar quieto durante largos periodos de tiempo. De ahí que acostumbre a salir a la luz durante los primeros años de escolarización, cuando debe permanecer sentado en las aulas durante las clases. Está en constante movimiento. Tiene dificultades para esperar su turno. Interrumpe conversaciones. Le cuesta seguir instrucciones y no logra terminar las tareas escolares. Evita las actividades que requieren un esfuerzo mental de concentración. Se distrae fácilmente. Se trata de niños con una baja tolerancia a la frustración, impulsivos, y con arranques que dan lugar a acciones violentas.
Trastorno narcisista de personalidad
El chico/a narcisista se considera alguien especial, merecedor de atenciones y beneficios diferentes a los de las demás personas. Buscan la admiración, y esperan que sus demandas sean satisfechas de inmediato. Esperan que se les reconozca su superioridad incluso si no hay logros que la justifiquen. No aceptan la crítica, la viven como un ataque, como una humillación, y reaccionan con rabia. Tienen por costumbre descalificar a las personas con quienes conviven. Monopolizan las conversaciones y desprecian a las personas que perciben como inferiores. Detrás de esta máscara de seguridad, hay una autoestima frágil, vulnerable incluso a la crítica más leve.
Trastorno paranoide de la personalidad
El chico/a paranoide desconfía de las personas y cree que éstas quieren dañarle o engañarle. Aún con falta de evidencias, tiene sospechas de ello. Es hipervigilante de posibles desprecios, amenazas, y busca significados ocultos a las palabras/acciones de los demás. Malinterpreta los mensajes de los demás hacia él sintiéndose ofendido o humillado. En respuesta a esto, acostumbra a enojarse. Es una persona con un alto grado de autonomía precisamente debido a su falta de confianza en los demás, y para así poder controlar la situación.
Este trastorno rara vez se presenta como el único diagnóstico, sino que va ligado a otros trastornos de pensamiento y/o de personalidad.
Los síntomas acostumbran a presentarse en la edad adulta temprana.
Trastorno antisocial de la personalidad
Los chicos/as antisociales desprecian y violan los derechos de los demás. Cometen actos imprudentes, engañosos e ilegales para su propio beneficio y placer, sin remordimiento alguno. Tienen tendencia a justificar o racionalizar su comportamiento (por ejemplo, pensar que sus víctimas merecen serlo). Expresan su desprecio por los demás y no tienen empatía, son incapaces de ponerse en el lugar del otro. No pueden establecer lazos afectivos. Engañan, estafan, manipulan a la gente para conseguir lo que quieren. Hacen lo que consideran que es mejor para ellos mismos a cualquier precio. Tienden a tener una alta opinión de sí mismos y a ser arrogantes. Sienten desprecio por la ley mediante la destrucción de la propiedad o el robo. No obstante, no podemos afirmar que todos los chicos implicados en alguna ilegalidad son antisociales. Un delito puede responder a diversas causas. Para el diagnóstico de este trastorno deben cumplirse varios criterios.
En función de la edad del chico/a, se tratará de: Trastorno antisocial (18 años de edad o más); Trastorno disocial (menos de 18 años)
Trastorno histriónico de la personalidad
El chico/a histriónico necesita ser el centro de atención, el foco de todas las miradas, y para ello realizará comportamientos llamativos. Es una persona muy influenciable, y la opinión de los demás representa para él de vital importancia. Cuando no consigue ser el centro de atención, explota emocionalmente y actúa por impulsos violentos. En ocasiones, se implica en cualquier conflicto, sea en el centro escolar, sea en otros ambientes, para no pasar desapercibido. En su mente, es preferible recibir una sanción, ya que es una forma de recibir atención.
Este trastorno acostumbra a presentarse al final de los años de la adolescencia.
Trastorno límite de la personalidad
Este trastorno se caracteriza por tener una alteración de la identidad, respecto a la forma en que la persona piensa y se siente acerca de sí misma y de los demás, y en cómo se relaciona con ellos. Comprende emociones extremas e impulsividad.
Estas personas acostumbran a tener un temor profundo al abandono. Pero la ira desmesurada y los cambios frecuentes de ánimo, pueden alejar a los demás. Algunos de los otros síntomas son: idealizar a una persona en un momento dado, para luego creer que no muestra interés; comportamiento impulsivo y de riesgo, como drogas, sexo inseguro, despilfarro, abandonar repentinamente un empleo o una relación positiva; conductas suicidas o autolesiones debido al miedo de separación o rechazo; grandes cambios de humor repentinos; sentimientos continuos de vacío.
El trastorno límite de la personalidad acostumbra a presentarse en la edad adulta temprana, y tiende a mejorar con la edad.