Eres fuerte, estás decidido/a a superar este problema. Tienes que ayudar a tu hijo/a y tienes que no rendirte para salir del pozo en el que te encuentras. No puedes dejarte vencer por la violencia, por el maltrato físico, psíquico. Quieres recuperar la relación familiar que una vez tuvisteis. Una relación de amor, entendimiento, felicidad, que hoy ves lejana y que añoras profundamente. Un recuerdo que guardas en tu corazón como el más preciado de tus memorias, pues cada día que pasa ves más claramente que vuestra relación ya no volverá a ser lo mismo que una vez fue.
Aún así, no puedes perder la esperanza. Ésta es el fuel que da la fuerza para seguir adelante, para seguir esforzándote.
¿Cómo tener esperanza y energía, cuando te sientes tan abatido/a? Necesitas abstraerte del problema durante unos minutos y evaluar cómo puedes encontrar paz. Solo así podrás recargar energía para tener la fuerza interior necesaria cuando se presente de nuevo el problema, las agresiones, los gritos.
Estas son algunas de las acciones y decisiones que me fueron útiles a mí para sobrellevar el problema. Espero que te sirvan a ti.
- Busca pequeñas pausas en el estrés del día a día. Busca el silencio, practica la reflexión, incluso la meditación, si prefieres.
- Acepta la realidad. En ocasiones puede que busques engañarte, negar que el problema es tal, puesto que es tan abominable lo que te sucede que tu mente lo rechaza. Solo con la aceptación podrás concentrarte en buscar la solución.
- Evita el conflicto innecesario. Aprende a discernir qué postura es absolutamente necesario defender, y cuál no lo es. En otras palabras, escoge tus batallas. Mantenerte firme en todas a la vez no es necesario. Reserva para otro momento.
- Sé paciente. En el fragor de la batalla, lo último que puedes hacer es mantener la calma y ser paciente. Pero luego te das cuenta que enervarte tampoco soluciona la discusión. Darse cuenta de ello, te ayuda para afrontar el próximo conflicto. Es un entrenamiento.
- Habla con amigos/as, familia y/o otras personas queridas, y explícales cómo te sientes. Desahógate. Todo lo que guardamos dentro nos corroe; lo que sacamos fuera, nos libera, nos sana. Y nos empodera.
Como decía Carl Jung: Si te resistes a un problema estás focalizando tu atención en él, en lugar de hacerlo en lo que sería la solución. La aceptación del mismo es una forma de cambiar esa dinámica en la que el problema está enquistado y no avanza.
Para llegar al punto de aceptación del problema, conviene pensar en ello de forma tranquila, de manera analítica, y sobre todo sin estar en un estado de enervamiento y excitación, que limita nuestra capacidad mental para pensar de manera ordenada.