Contradicciones, que no lo son
Si no nos volvemos a ver, quiero que sepas…
Así es la vida. Ahora te duele el alma, y luego te invade la euforia y las ganas de vivir.
Cuando susurrar las buenas noches se convierte en un ritual, cual rezo vespertino.
¿Y qué no será que estemos dispuestos a sacrificar en pos de la felicidad de un hijo?
¿Qué madre ve en los ojos de su bebé al chico/a que un día la desterrará de su vida?
No estamos loc@s. Denunciar lo malo de una relación no debe censurarnos valorar lo bueno que existió.
Nuestras heridas emocionales confieren nuestras cicatrices. La belleza de estas cicatrices radica en conocer la transformación del dolor en fortaleza.
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