¡Cuántos padres se habrán preguntado si su hijo/a violento sufre algún trastorno mental!
Con cierta frecuencia, la violencia filioparental (VFP) se asocia con la existencia de trastornos psicopatológicos. O dicho de otro modo, muchos padres y madres que sufren este drama en sus hogares han pensado, angustiados, que quizá su hijo/a está enfermo, que quizá sufre algún desorden mental.
Por otro lado, los padres de niños con trastornos, a menudo tienen que justificar ante terceros que si su hijo/a tiene una conducta agresiva, es porque tiene una psicopatología.
Aclarémoslo.
En el caso de tales trastornos, existe una disminución de la capacidad de conciencia, especialmente durante el episodio agresivo. Si la violencia desaparece cuando se recupera el control de la conducta, no se considera propiamente violencia filioparental. Recordemos que la Organización Mundial de la Salud define la violencia como “toda acción u omisión intencional que, dirigida a una persona, tiende a causarle daño físico, psicológico, sexual o económico”. Cabe remarcar aquí la palabra “intencional”. Si no hay una intención, un propósito de causar daño, no es considerado violencia. Son, pues, consideradas agresiones secundarias a ese trastorno que les impide o disminuye la capacidad para controlar sus actos.
La violencia filioparental, que nos parece un fenómeno relativamente nuevo, no lo es. No lo es si hablamos de Violencia Filioparental Tradicional. La violencia que se genera en estados de disminución de conciencia pero que no se repite cuando este estado remite, se conoce como VFP Tradicional. Aparece como consecuencia de otro problema mayor. Aquí incluiríamos aquella violencia perpetrada por un toxicómano durante el síndrome de abstinencia. También entraría dentro del modelo “tradicional” la que ejercen aquellos adolescentes que se defienden a sí mismos, o a otros miembros de la familia, de agresiones o de abusos.
La disminución de la capacidad de conciencia de los algunos trastornos psicopatológicos (esquizofrenia, retrasos mentales que impiden la contención de impulsos agresivos, así como trastornos del desarrollo) también se consideran VFP tradicional.
Diferente es aquella violencia que no aparece como consecuencia de otro problema mayor, sino que las agresiones son con intención de dañar, controlar, dominar al familiar agredido. He aquí la Nueva Violencia Filioparental.